Monday, February 21, 2005

De: Cronica de Santa Maria Chimalapa.

14 de abril.- Ayer se fue el director de la escuela a Juchitan y de ahi a su pueblo. Va en vacaciones de Semana Santa. Hoy en la manana estan pasando por el cielo de Chima los azacuanes. Son miles de aves que se me figuran entre zopilotes y grandes gavilanes de color cafe oscuro. Vuelan a distintos niveles: unos muy alto, otros muy bajo, y muchos van gritando. Los azacuanes vienen del norte y se dirigen al suroeste. Una vez, por Todos Santos, los vi pasar en Guatemala. Claro que hay migraciones de aves parecidas, pero se me figura que los azacuanes son inconfundibles, que hasta en una lectura los identifica uno: "En marzo, paso de aves, por 15 o 20 dias, de norte a sur; son al parecer aguilas negras y otras aves de rapina en la Tierra Firme de Darien." Asi reporta el paso de los azacuanes, Gonzalo Fernandez de Oviedo en el Sumario de la Natural Historia de las Indias, el ano de 1526.
Esta manana, en la oficina del Municipio, estan haciendo unos garrotes con los carrizos verdes que trajeron el domingo, para los guardias del Jueves Santo. Luego unos amigos me llevan a tomar atole de pinole en su casa, lo acostumbran en Semana Santa.
En la tarde aun estan pasando los azacuanes. Se levantan del horizonte verde, como remolinos o como sopiloteros, pasan rasando el pueblo, tocando nuestros oidos y nuestros cerebros con sus chillidos.
Entrando el sol regresan Breno y sus companeros de su viaje a lo desconocido, mas alla del Rio Blanco, donde estuvieron diez dias pescando bobos, cazando y olvidandose un poco de la monotonia del pueblo. Es su mero tiempo de la pesca del bobo, pescado tan sabroso que es dificil nombrar otro mejor.
A las nueve de la noche la luna llena se ve roja por el humo de los desmontes que estan ardiendo, en tiempo de secas, por todo el Istmo de Tehuantepec. En la iglesia estan encendidas ahorita, las quince velas del Tenebrario para el oficio de tinieblas que en esta noche tiene lugar a las diez veinte, hora en que los hombres, viejos y jovenes, reunidos dentro y fuera de la iglesia a oscuras, cierran las puertas, comienzan a patear, a golpear las puertas, el piso, y unos a otros, gritando todos y riendose. Con este ruidazo ladran todos los perros. Las mujeres oyen desde sus casas, porque ellas no asisten a las Tinieblas, pues aqui la religion es mas asunto de hombres que de mujeres. Enseguida se van todos, el pueblo queda en silencio cuando llegan a sus casas y se aquietan los perros.

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