Bawinocachi y Anita Garcia Narro
En el Internet voy recordando por accidente, como en este momento en que despues de leer algo de Nadine en Comoapan y de La Nina Perfida, Tzukino, a quien encontre por buscar a Nadine, de quienes por cierto me gusta su estilo con todo y sus palabrotas castizas porque representan al pueblo hablando, pero decia que despues de leer algo de ellas, se me ocurre buscar Sisoguichi, Chihuahua, y por alli me encuentro a Bawinocachi, que me toca una fibra del alma o del yo, asi que lo cliqueo para toparme luego con el nombre de Anita Garcia Narro y su foto sonriente como siempre pero ya anciana.... El texto dice que era "una senorita de familia adinerada de Monterrey, que en 1952 fue llamada a colaborar en la Tarahumara, en Sisoguichi y luego en Bawinocachi" donde la visite una manana de 1959 en mi camino de Sisoguichi a Chinatu, via Chihuahua.
No volvi a saber de ella hasta hoy, despues de cuarenta y cinco anos. Ahora se que persevero, que fue una escoba que siempre barrio bien, pues construyo un hospital, una escuela internado y una capilla donde no habia mas que indios, pinos y piedras. Anita murio en 1986. Su mision la tomaron los Maristas que trabajando con los ninos de la Alta Tarahumara veneran su memoria. Y yo que estuve sentado frente a su cama platicando con ella. Me decia que ya le habian llegado noticias de mi, pero que tuviera presente que todas las escobas nuevas barren bien. Yo ya habia pasado tres meses en Sisoguichi, y ya habia recorrido gran parte de la Sierra Tarahumara.
Ese mismo dia, bajo el sol mortecino de la tarde, estuve en Tajirachi junto al agua donde nadaban gansos de Canada, con el doctor Alvaro Quiroz, de Monterrey, que iba de salida de la Tarahumara habiendo terminado su servicio social en el hospital de Sisoguichi, donde el habia conocido a Anita Garcia Narro, pues la atendio de fracturas en su pierna buena, ya que ella tenia inutil la otra pierna desde nina. A pesar del tratamiento en el hospital, Anita no tuvo remedio y quedo paralitica. La llevaron en una cama sobre un camion a Bawinocachi. Al doctor Quiroz le causo tal impresion que al desviarse del camino entre las penas y los pinos de la sierra esta manana me dijo que no podia irse sin despedirse de ella. El doctor me llevaba en su camioneta a Carichi para seguir de alli a Chihuahua. Asi fue que conoci a Anita, que para mi era una leyenda, pues ya antes me habian platicado de ella.
Esa tarde en Tajirachi, cerca de Carichi, frente al agua y al sol poniente rumiaba yo el encuentro con Anita mientras el doctor Alvaro Quiroz se apartaba en silencio ante el paisaje, meditando tal vez en la Tarahumara que se va desvaneciendo de la vista, pero imposible de olvidar. De eso hace cuarenta y cinco anos.
Hoy venia yo con la compra para comer, hundiendo los pies en la nieve de Chicago cuando segui recordando a Anita Garcia Narro, paralitica en su cama enmedio del cuarto, rodeada de ninos y ninas de su escuela y el doctor Quiroz y yo sentados a un lado tomando cafe con pan. Anita nos decia, "Y yo que estoy tan debil que apenas puedo con un lapiz, hago que me lleven cargando hasta donde se han reunido los tarahumares a hacer una orgia borrachera, y con una barra de fierro les rompo las grandes ollas de barro llenas de texguino que los iba a volver locos a la luz de las lumbradas. Dios me da fuerzas y los indios en lugar de matarme me rodean y me dicen: No te enojes, Anita, no llores. Yo les digo: Dios es el que ha de estar llorando de verlos a ustedes." Yo pienso conmovido al escucharla: Como deben quererla los indios!, pero quien es esta mujer?
Salvador Martinez Aguirre me habia platicado que Anita tenia un club misional llamado Teresita en Monterrey, donde con entusiasmo juvenil reunian alimentos, ropa, medicina y dinero que enviaban a los misioneros jesuitas en la Sierra Tarahumara. Un dia Anita dijo que queria irse a trabajar en la mision entre los indios. Los superiores le dijeron que no, que ella estaba invalida y que no podria andar en la sierra y en las barrancas. Que siguiera en Monterrey con su Club Teresita que mucho les ayudaba. Pero un buen dia se presento Anita en Sisoguichi, que era el centro de mando de las misiones de la Tarahumara, y ante el hecho consumado tuvieron que darle alojamiento y trabajo. Solo que ella no se conformo con eso porque queria trabajar directamente con los indios en sus chozas, en sus escondrijos entre las cuevas y las quebradas de la inmensa serrania. Le dijeron que en la mision de la Tarahumara no se trabajaba asi, que cada quien tenia asignado un lugar y un quehacer a veces tan ordinario y nada mas. Lo importante era la presencia alli. Dios, el tiempo y el ejemplo de una vida harian lo demas. Pero Anita no cedio sino que siguio en sus planes para sus correrias donde convertiria a los indios. Entonces decidieron sacarla de la Tarahumara. Como en el hospital le daban atencion medica, alguien propuso ponerle una inyeccion anestesica y asi llevarla en el avion a Monterrey. Solo que Anita lo presintio o lo supo, y esa noche en la oscuridad se escapo de Sisoguichi. Pero no se fue de la sierra. Cuando volvieron a saber de ella ya estaba en Bawinocachi por su cuenta.
Son detalles de una vida que recuerdo. Tal vez ya este todo esto publicado en revistas de los Maristas o de los Jesuitas, o en un libro, y yo no lo se. Pero que tal si no. De seguro a mi me contaron esto para ejemplo, o para edificacion. O quiza porque no se podia guardar secreto, como cuando dijo Jesus "si mis discipulos callan, gritaran las piedras". Son detalles en la vida de los que deciden lanzarse a la batalla, como Teresa de Avila y San Juan de la Cruz, o San Francisco o San Ignacio de Loyola, o un Miguel Agustin Pro. Pero que manera la de Anita Garcia Narro, desde una cama de invalida en un Bawinocachi hasta entonces desconocido, en aquel rincon de la alta Tarahumara, separada de cuajo de su Monterrey y de su familia, "dejaras padre y madre", pues un mes antes de nuestra visita habia muerto su mama en Monterrey y ella lo supo hasta despues, retrasada la noticia por la mucha nieve que habia caido sobre las comunicaciones en ese ano.
Su cara sonriente rebozando una alegria interior solo de ella y de su Dios conocida, y su nombre Anita Garcia Narro, me han acompanado por mas de media vida. Asi que ahora al saber de ella en el Internet, no me podia quedar callado, y al Internet le encargo esta historia que la lleve por ahi.
No volvi a saber de ella hasta hoy, despues de cuarenta y cinco anos. Ahora se que persevero, que fue una escoba que siempre barrio bien, pues construyo un hospital, una escuela internado y una capilla donde no habia mas que indios, pinos y piedras. Anita murio en 1986. Su mision la tomaron los Maristas que trabajando con los ninos de la Alta Tarahumara veneran su memoria. Y yo que estuve sentado frente a su cama platicando con ella. Me decia que ya le habian llegado noticias de mi, pero que tuviera presente que todas las escobas nuevas barren bien. Yo ya habia pasado tres meses en Sisoguichi, y ya habia recorrido gran parte de la Sierra Tarahumara.
Ese mismo dia, bajo el sol mortecino de la tarde, estuve en Tajirachi junto al agua donde nadaban gansos de Canada, con el doctor Alvaro Quiroz, de Monterrey, que iba de salida de la Tarahumara habiendo terminado su servicio social en el hospital de Sisoguichi, donde el habia conocido a Anita Garcia Narro, pues la atendio de fracturas en su pierna buena, ya que ella tenia inutil la otra pierna desde nina. A pesar del tratamiento en el hospital, Anita no tuvo remedio y quedo paralitica. La llevaron en una cama sobre un camion a Bawinocachi. Al doctor Quiroz le causo tal impresion que al desviarse del camino entre las penas y los pinos de la sierra esta manana me dijo que no podia irse sin despedirse de ella. El doctor me llevaba en su camioneta a Carichi para seguir de alli a Chihuahua. Asi fue que conoci a Anita, que para mi era una leyenda, pues ya antes me habian platicado de ella.
Esa tarde en Tajirachi, cerca de Carichi, frente al agua y al sol poniente rumiaba yo el encuentro con Anita mientras el doctor Alvaro Quiroz se apartaba en silencio ante el paisaje, meditando tal vez en la Tarahumara que se va desvaneciendo de la vista, pero imposible de olvidar. De eso hace cuarenta y cinco anos.
Hoy venia yo con la compra para comer, hundiendo los pies en la nieve de Chicago cuando segui recordando a Anita Garcia Narro, paralitica en su cama enmedio del cuarto, rodeada de ninos y ninas de su escuela y el doctor Quiroz y yo sentados a un lado tomando cafe con pan. Anita nos decia, "Y yo que estoy tan debil que apenas puedo con un lapiz, hago que me lleven cargando hasta donde se han reunido los tarahumares a hacer una orgia borrachera, y con una barra de fierro les rompo las grandes ollas de barro llenas de texguino que los iba a volver locos a la luz de las lumbradas. Dios me da fuerzas y los indios en lugar de matarme me rodean y me dicen: No te enojes, Anita, no llores. Yo les digo: Dios es el que ha de estar llorando de verlos a ustedes." Yo pienso conmovido al escucharla: Como deben quererla los indios!, pero quien es esta mujer?
Salvador Martinez Aguirre me habia platicado que Anita tenia un club misional llamado Teresita en Monterrey, donde con entusiasmo juvenil reunian alimentos, ropa, medicina y dinero que enviaban a los misioneros jesuitas en la Sierra Tarahumara. Un dia Anita dijo que queria irse a trabajar en la mision entre los indios. Los superiores le dijeron que no, que ella estaba invalida y que no podria andar en la sierra y en las barrancas. Que siguiera en Monterrey con su Club Teresita que mucho les ayudaba. Pero un buen dia se presento Anita en Sisoguichi, que era el centro de mando de las misiones de la Tarahumara, y ante el hecho consumado tuvieron que darle alojamiento y trabajo. Solo que ella no se conformo con eso porque queria trabajar directamente con los indios en sus chozas, en sus escondrijos entre las cuevas y las quebradas de la inmensa serrania. Le dijeron que en la mision de la Tarahumara no se trabajaba asi, que cada quien tenia asignado un lugar y un quehacer a veces tan ordinario y nada mas. Lo importante era la presencia alli. Dios, el tiempo y el ejemplo de una vida harian lo demas. Pero Anita no cedio sino que siguio en sus planes para sus correrias donde convertiria a los indios. Entonces decidieron sacarla de la Tarahumara. Como en el hospital le daban atencion medica, alguien propuso ponerle una inyeccion anestesica y asi llevarla en el avion a Monterrey. Solo que Anita lo presintio o lo supo, y esa noche en la oscuridad se escapo de Sisoguichi. Pero no se fue de la sierra. Cuando volvieron a saber de ella ya estaba en Bawinocachi por su cuenta.
Son detalles de una vida que recuerdo. Tal vez ya este todo esto publicado en revistas de los Maristas o de los Jesuitas, o en un libro, y yo no lo se. Pero que tal si no. De seguro a mi me contaron esto para ejemplo, o para edificacion. O quiza porque no se podia guardar secreto, como cuando dijo Jesus "si mis discipulos callan, gritaran las piedras". Son detalles en la vida de los que deciden lanzarse a la batalla, como Teresa de Avila y San Juan de la Cruz, o San Francisco o San Ignacio de Loyola, o un Miguel Agustin Pro. Pero que manera la de Anita Garcia Narro, desde una cama de invalida en un Bawinocachi hasta entonces desconocido, en aquel rincon de la alta Tarahumara, separada de cuajo de su Monterrey y de su familia, "dejaras padre y madre", pues un mes antes de nuestra visita habia muerto su mama en Monterrey y ella lo supo hasta despues, retrasada la noticia por la mucha nieve que habia caido sobre las comunicaciones en ese ano.
Su cara sonriente rebozando una alegria interior solo de ella y de su Dios conocida, y su nombre Anita Garcia Narro, me han acompanado por mas de media vida. Asi que ahora al saber de ella en el Internet, no me podia quedar callado, y al Internet le encargo esta historia que la lleve por ahi.